lunes, 25 de enero de 2016

La Muerte & El Amor; Capítulo Dos

James
Vivir, eso es lo que he estado haciendo, dos años, desde de que Luna decidiera que ella ya no quería hacerlo más, no quería vivir más. Ya tengo dieciocho años y al fin puedo salir de la casa de acogida donde estuve viviendo, hasta hoy. Ya termine la escuela y comenzaré la Universidad en otoño, por lo que debo mudarme ahora. Y eso hago, mudarme.
Miro mi habitación una última vez y tomo el sobre de papel amarillento, lo tengo hace mucho, junto con otros nueve más. Son de Luna, para mí. Los encontré en mi habitación la noche en que murió, junto con una fotografía nuestra. Era su favorita.
—¡James! —me llama Debra, desde el piso de abajo, sacándome de mis pensamientos, pensamientos sobre Luna.
—¡Ya voy! —grito de vuelta y salgo de la habitación.
—El camión ya está aquí —dice una vez llego hasta ella, asiento y beso su mejilla antes de salir de la casa.
—¿Es usted, James Monroe? —pregunta el chico del camión de mudanza, le extiendo mi mano y digo, una vez la toma:
—Sí, soy yo. Un gusto ¿Tu eres?
—Un placer, James. Soy Zack Smith —dice con una sonrisa y estrechamos nuestras manos durante unos segundos.
Luego le indico donde esta las cosas y que debemos hacer escala en la tienda de inmobiliarios, para retirar mis muebles nuevos. En la tienda, estaban liados con varias complicaciones. Por ejemplo: faltaba un sofá. Discutimos sobre su incompetencia y después de treinta minutos, prometieron enviármelo la semana siguiente. Y ahora aquí estoy, en mi nuevo apartamento a solo unas cuadras del campus, rodeado de cajas y en penumbras. Mi mente divaga entre leer o no leer la carta.
Finalmente, decido leerla, me pongo de pie y camino con lentitud hasta el interruptor de la luz, la enciendo y luego, con un suspiro, me dejo caer con pesadez sobre un sofá individual, causando que el plástico protector crepite bajo mi peso. Con manos temblorosas saco el sobre del bolsillo de mi sudadera.
—Tú puedes, James. Solo léela —susurro a mí mismo con los ojos cerrados. Al abrirlos, retiro con paciencia el papel en el interior del sobre, lo desdoblo y procedo a leer...

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