viernes, 29 de enero de 2016

La Muerte & El Amor; Capítulo Tres

Nina
Dejo mi pesada maleta negra sobre el colchón de mi nueva cama, cierro la puerta de mi nueva habitación en casa de mis tíos y le pongo seguro. Luego cojo mi móvil de mis pantalones negros y le pongo "play" a la música, en seguida "My Chemical Romance" comienza a escucharse, al máximo del volumen. Miro a mi alrededor y quiero gritar. Odio esta habitación, es demasiado grande y colorida. Hace que me sienta pequeña. Rápidamente me pongo de pie y corro fuera de la habitación, bajo las escaleras y salgo de la casa. Mi tía me grita algo, pero no le prestó atención, necesito urgentemente pintura negra y otros muebles.
-¿Qué paso, fenómeno? ¿Mami y papi te encontraron realizando tus rituales paganos, y los mataste? Por eso la monstruosa chica, tuvo que mudarse con los ancianos de sus tíos. ¿No es así, chicos? -dice uno de los idiotas de enfrente a sus amigos, ruedo los ojos y les muestro el dedo medio.
Son tan imbéciles, creen que porque a uno no le gusta estar babeando por ellos y usando ropa que no deja nada a la imaginación, es satánica o emo, o algo. Sinceramente, los odio. A todos. Por otro lado, es bueno para mí, así no tengo que tenerlos sobre mí como perros en celo actuando con más estupidez que de costumbre.
Lo peor de todo, es que mi familia es igual. Son unos imbéciles, que lo único que hacen es estar viéndose las caras de idiotas, unos a otros. Todos hipócritas, hablando mierda de los que dicen son sus "amigos". A demás de pasar todo el puto año follándose a otra persona, cuando tu esposa o esposo está en la casa, y si no es demasiado, que lo es, creen que sus hijos son igual de imbéciles que ellos y que no se dan cuenta de nada, ni de las peleas en la madrugada, ni de los gritos, ni de los golpes, ni de los engaños mutuos u hasta de las otras familias. Creyendo que siguiendo con la farsa de la pareja feliz, le hacen bien a sus hijos. O a ellos. En la tienda, me topo con otro imbécil como dependiente. El grandísimo tarado no deja de charlar con uno de sus compañeros, teniendo una larga fila a la espera de ser atendidos.
-¡Hey, tu! -le grito del final de la larga fila, el tipo se gira y rueda los ojos al verme de pie a unos metros de él.
-¿Si? -pregunta con voz aletargada. Aprieto los puños a mis costados y me acerco un poco para no tener que gritar.
-Cierra la maldita boca y TRABAJA, imbécil. ¿Que no ves cuanta gente hay aquí? -digo y hago un ademan de señalar a toda la fila-. Somos clientes y, por tanto, dinero. El dinero que te gastas en comida chatarra y videojuegos que llevas después al sótano de tu madre.
El chico, traga y asiente. Por el rabillo del ojo, veo a un chico que me ve a unos metros. Cabello castaño, ojos marrones, tez pálida, un metro y tanto de altura. Es lindo pero debe de ser igual que todos, un imbécil. Sigo mi camino hasta el final de la fila y espero a que el idiota atienda a todos.
Más tarde, en casa. Termino de pintar y me dejo caer al suelo de la habitación, ahora si a mi estilo. Pinté las paredes. Antes celestes y rosa, ahora son negras y blanco. Arranqué las cortinas de lunares de muchos colores y las reemplacé por unas lindas, y pesadas de color rojo. Los estúpidos cuadros de niños corriendo y familias felices, los bote a la basura. Los muebles, bueno...eso aún no puede cambiarlo, ya que, la próxima semana llegan los que compré.
Soy un desastre, mi cabello esta enredado y manchado de pintura, mi ropa está peor. Me quito la ropa y me meto a la ducha, el agua cae sobre mí y siento que mis hombros se relajan. Tomo el jabón y lo paso por mis brazos, deteniéndome un instante en mis cicatrices, las cuales cubren desde mi muñeca hasta la parte interna de mi codo. Presiono mis uñas sobre ellas y como si me estuviese rascando, las presiono desde la primera cicatriz a la última, de ida y vuelta. La rabia, la vergüenza y el dolor, todo se ve intensificado en mi interior.
La sangre comienza a brotar y las lágrimas hieren mis ojos. Mi cabeza duele como el demonio, soy un desastre.
James
Una lágrima cae sobre el papel y despierto de donde sea que haya estado. El dolor de cuando la vi morir, se instala en mi interior. Ya no sé qué hacer, no sé lo que quiero hacer con respecto a ella. No sé si quiero dejarla ir y olvidarla. No sé si quiero visitarla y tenerla siempre presente. No sé si quiero ir hasta su tumba y gritarle, gritarle lo egoísta que fue, cuanto la detesto y... lo mucho que la envidio.
-¡Demonios! -grito, haciendo bolita la carta en mi mano. La odio, odio este estúpido papel. Odio como me siento. Me descargo, con los muebles impecablemente envueltos en plástico, para su "Protección", envidio a esos estúpidos muebles. Odio que alguien los quiera cuidar, detesto que ellos estén más protegidos y cuidados que yo.
Horas han pasado y sigo aquí, en el suelo de mi nuevo apartamento, el cual está lleno de lo que fue mi "descarga". Las lágrimas siguen cayendo y mi cabeza se siente que va a estallar. Soy un desastre.

lunes, 25 de enero de 2016

La Muerte & El Amor; Carta Número Diez

Querido James:
Es la tercera vez que reescribo esta carta y no sé muy bien que decirte. Sé que a estas alturas debes estar en la universidad y también sé que debes odiarme, y no te culpo, yo también lo hago y haría en tu lugar.
Como ya debes saber, esta es la última carta que te escribiré, porque ya no lo soporto, ya no soporto la vida y te doy por enterado de que terminaré con ella
La tinta esta corrida y las letras no se distinguen, una lágrima -lo más probable- las desdibujó.
No lo culpes, ¿OK?
Yo lo arruine todo, él no tiene la culpa.
Quiero decirte tantas cosas, hermanito. Pero no sé cómo decirlas, así que solo las enumeraré: 
1) Te amo mucho.
2) Perdóname.
3) Ama, James. Porque el amor es bello y te da felicidad. Lo que duele son las personas que no saben amar... como esta humilde servidora. Pero no lo arruines como hice yo. 
4) Estudia, estudia mucho. Hermanito. Quiero que seas exitoso, porque sé lo brillante que eres. Y no lo digo solo a causa de que te vea con ojos de amor. Estoy muy orgullosa de ti, siempre lo estaré.
5) Visítame, enano. Por favor, visítame y cuéntame todo de ti y de tu vida.
Aunque lo tachó tan fuerte que casi atravesaba el papel, aun se podían leer las palabras debajo. Sentía su dolor impregnado en la tinta de aquella última carta y una lágrima se escapó de mis ojos para caer junto a la de estampada hacía tanto tiempo.
6) Aférrate a ti mismo. NO CAMBIES POR NADA DEL MUNDO, NI POR NADIE. Siempre se tú mismo. 
7) Cuídate mucho, no dejes que la gente te pase a llevar, como lo hice yo hasta... bueno tu sabes hasta cuándo. Sobre todo USA PROTECCIÓN y no solar, bueno de esa también, sino que anticonceptivos.
8) No odies a nadie, el odio es un sentimiento destructivo. No te dejes sentirlo muy a menudo. Te lo digo por experiencia. No mereces condenarte de esa forma por gente que no lo merece. No les des importancia que no tienen.
9) Te amo.
10) Perdóname.
11) 
No hay un once y lucho por tragar el nudo formado en mi garganta.

Te amare por siempre, hermanito 

Tú horrible hermana mayor.

Luna Monroe.

PD: Sé que pudiste ver el punto cinco, no lo tomes en cuenta. Te lo ruego. Vive y déjame ir. Te amo, J.

La Muerte & El Amor; Capítulo Dos

James
Vivir, eso es lo que he estado haciendo, dos años, desde de que Luna decidiera que ella ya no quería hacerlo más, no quería vivir más. Ya tengo dieciocho años y al fin puedo salir de la casa de acogida donde estuve viviendo, hasta hoy. Ya termine la escuela y comenzaré la Universidad en otoño, por lo que debo mudarme ahora. Y eso hago, mudarme.
Miro mi habitación una última vez y tomo el sobre de papel amarillento, lo tengo hace mucho, junto con otros nueve más. Son de Luna, para mí. Los encontré en mi habitación la noche en que murió, junto con una fotografía nuestra. Era su favorita.
—¡James! —me llama Debra, desde el piso de abajo, sacándome de mis pensamientos, pensamientos sobre Luna.
—¡Ya voy! —grito de vuelta y salgo de la habitación.
—El camión ya está aquí —dice una vez llego hasta ella, asiento y beso su mejilla antes de salir de la casa.
—¿Es usted, James Monroe? —pregunta el chico del camión de mudanza, le extiendo mi mano y digo, una vez la toma:
—Sí, soy yo. Un gusto ¿Tu eres?
—Un placer, James. Soy Zack Smith —dice con una sonrisa y estrechamos nuestras manos durante unos segundos.
Luego le indico donde esta las cosas y que debemos hacer escala en la tienda de inmobiliarios, para retirar mis muebles nuevos. En la tienda, estaban liados con varias complicaciones. Por ejemplo: faltaba un sofá. Discutimos sobre su incompetencia y después de treinta minutos, prometieron enviármelo la semana siguiente. Y ahora aquí estoy, en mi nuevo apartamento a solo unas cuadras del campus, rodeado de cajas y en penumbras. Mi mente divaga entre leer o no leer la carta.
Finalmente, decido leerla, me pongo de pie y camino con lentitud hasta el interruptor de la luz, la enciendo y luego, con un suspiro, me dejo caer con pesadez sobre un sofá individual, causando que el plástico protector crepite bajo mi peso. Con manos temblorosas saco el sobre del bolsillo de mi sudadera.
—Tú puedes, James. Solo léela —susurro a mí mismo con los ojos cerrados. Al abrirlos, retiro con paciencia el papel en el interior del sobre, lo desdoblo y procedo a leer...

viernes, 22 de enero de 2016

La Muerte & El Amor; Capítulo Uno

Luna

Esa voz...la conozco.

—¡Luna, no! —grita James, mis ojos se abren.

Miro a mi alrededor para encontrarlo
a mi izquierda. Una lágrima cae por su mejilla, me extiende su mano. Me quiere salvar, quiere que viva. No quiero, no puedo. No quiero vivir. Niego con la cabeza y vuelvo a mirar al frente, grito y garganta duele.

¡No quiero más!

¡No, no, no!

Con una última mirada a mi hermano,
corro... corro, hacia la muerte.

—¡No...! —vocifera de nuevo James, no le hago caso y sigo corriendo hacia mi felicidad, la muerte.

Todos tenemos un límite para todo, para el dolor, la tristeza y como dijo mi padre antes de suicidarse frente a mí con un revólver: "Para todo hay un límite, Estrellita y para mí, ya no existen límites a los que llegar. Excepto uno, el de la vida. Te amo, Estrellita" Luego apuntó el revólver a su cien y apretó el gatillo. Recuerdo como su delgado y alto cuerpo cayó al suelo frente a mí, recuerdo haber gritado y corrido hasta él, también recuerdo que no dejé de llorar y abrazarlo durante mucho,James
o tiempo.
Quizás de él saque la tendencia suicida, la verdad, no lo sé y en este momento, no me importa. Ya nada me importa, solo la muerte.

James

No puedo seguir aquí y verla morir, es mi hermana mayor después de todo y la amo. Las lágrimas y el dolor no me dejan, agarro mechones de mi cabello y jalo de la frustración.

—No sé qué hacer... Debo salvarla —murmuro para mí mismo.

Alzo la vista y lo veo, veo como el tren la impacta, veo como la única familia que me quedaba muere, dejándome solo. A mis dieciséis , me quedé solo y no sé cómo reaccionar.

Quiero gritar, grito.
Quiero llorar, lloro.
Quiero maldecir, maldigo.
Quiero morir, vivo.
Quiero odiarla, la amo.
Quiero irme, me voy.
Quiero morir, corro.
Quiero morir, GRITO.
Quiero odiarla, la extraño.
Quiero dormir, corro.
Quiero...morir, vivo...

jueves, 21 de enero de 2016

La Muerte & El Amor; Prólogo

Luna

Mis pasos nunca se sintieron más pesados que en este momento, mientras camino directamente a la muerte, la grava suena contra mis botas negras y mi respiración antes calmada, ahora está totalmente acelerada y mis manos...se aferran con dolor a mi vestido, resbalando en ocasiones por el exceso de sudor en ellas. Las lágrimas surcan mi maltratado rostro, de mis labios se escapan incontrolables sollozos. Mi mente es un lio.

Ya no veo nada más que la luz frente a mí, aterrorizándome con su amenaza de muerte. El tren se avanza en mi dirección a una velocidad increíble y yo solo lo llamo, lo invito, le suplico que acabe con la miseria, que termine de una buena vez con el dolor.

Cierro los ojos y me detengo, por mi mente pasan miles de imágenes, sonidos, voces...me torturan, hasta él.

Hasta esa voz, ese rostro, esas manos.

Entonces...nada.

...

Espera...una voz, me llama.